La sede del Centro Canadiense de Arquitectura (CCA) en Montreal finalizó el pasado 11 de Junio una exhibición dedicada (y comisionada) por Phyllis Lambert. La arquitecta, activista y crítica rechazó su destino como heredera del imperio de la destilería Seagram y se volcó a la arquitectura como su verdadera pasión.
Tras rechazar categóricamente un primer diseño del rascacielos, se convirtió a los 27 años en la directora de planificación del icónico Edificio Seagram. Tras elaborar un lista de potenciales arquitectos -incluyendo a nombres de la talla de Frank Lloyd Wright y Le Corbusier- Lambert escogió a Mies van der Rohe como arquitecto principal y a Philip Johnson para el diseño interior.
A propósito de su propia retrospectiva y la celebración de sus 90 años, el periódico español El País le dedicó un artículo, recordando los encontrones de su niñez y adolescencia con su padre, su pasión por la arquitectura y su vida marcada por el activismo urbano y conservacionista. Su carrera fue premiada en 2014 cuando recibió el León de Oro a la trayectoria en la Bienal de Venecia 2014. .
José Manuel Abad Liñán, autor del artículo "La heredera de la ginebra Seagram que marcó la historia de la arquitectura" explica el punto de inflexión en la vida de Lambert:
Sin tener formación como arquitecta, Phyllis se hizo con el cargo de directora de planificación de la torre [Seagram], un enorme lingote de acero, bronce y cristal erigido delante de un espacio limpio, una plaza, que alivia la densa Park Avenue y el cuello de quien quiera mirar hacia arriba para contemplarlo. "Mi trabajo consistía en asegurarme de que Mies construyera el edificio que quería y apartar de él cualquier cosa, cualquiera, que se lo impidiese", reconoció. El presupuesto inicial, "que era ridículamente bajo", se dobló hasta superar los 30 millones de dólares.
Lee el artículo de El País en este enlace.